A veces aparecen manchas negras en las esquinas del techo, las paredes, cerca de la regadera o justo detrás del escusado. En la cocina, no es raro verlas junto al fregadero o en rincones donde la humedad se queda atrapada. Eso que ves no es suciedad: es moho. Y aunque parezca inofensivo, convivir con él todos los días puede tener consecuencias en la salud. ¿Cómo lo podemos eliminar?
Lo más frustrante es que, aunque limpies, este hongo vuelve a salir. Muchos recurren al cloro como solución rápida, pero lo cierto es que ese tipo de productos solo disimulan el problema, no lo resuelven. Además, el olor fuerte que dejan puede ser molesto o incluso dañino si se inhala constantemente.

Por suerte, existe una alternativa casera, efectiva y mucho más amable con tu salud (y con tu bolsillo).
¿Cómo eliminar el moho de forma natural y sin dañar tus paredes?
Una de las soluciones más confiables es tan simple que cuesta creerlo: solo necesitas vinagre blanco y agua. Mezcla ambos en partes iguales y colócalos en un atomizador. Rocía directamente sobre las zonas manchadas y deja que la mezcla actúe por al menos una hora. .Ese tiempo es clave para que el vinagre penetre bien y empiece a descomponer el moho desde la raíz.
Después, con un cepillo de cerdas suaves o una esponja, frota con cuidado. Verás cómo la mancha comienza a desaparecer. Enjuaga con agua limpia y asegúrate de ventilar bien el espacio para que no quede ningún residuo de humedad. Si no hay ventanas, deja la puerta abierta o enciende un ventilador. Todo ayuda.
De acuerdo a la Environmental Protection Agency (EPA), en sus recomendaciones oficiales sobre control de moho en interiores, menciona que el vinagre blanco puede eliminar hasta el 82% de especies comunes de moho, especialmente cuando se aplica en superficies no porosas.
¿Qué puedes hacer para evitar que el moho regrese?
Aquí viene lo más importante: una vez que lo eliminas, el siguiente paso es evitar que vuelva. Para eso, hay que entender qué lo provoca. El moho necesita humedad, superficies porosas y poca ventilación. Así que, aunque no siempre podamos remodelar todo, sí es posible hacer pequeños cambios en los hábitos diarios.

Después de bañarte, intenta dejar la puerta abierta un rato. Si cocinas con vapor, prende el extractor o abre la ventana. Seca los azulejos con un trapo de vez en cuando, sobre todo en temporada de lluvias. Y si estás por pintar alguna pared, puedes buscar pinturas con acabado antihongos; no son caras y pueden prevenir un problema a largo plazo.
Es fácil ignorarlo al principio, pero si te acostumbras a mantener secos los espacios donde más se acumula humedad, notarás la diferencia. No es magia, es constancia.