El nombre “Querétaro” encierra una historia tan antigua como fascinante. Detrás de esta palabra, que hoy identifica a uno de los estados más bellos de México, se esconden raíces indígenas y significados que hablan del paisaje, la cultura y hasta de antiguos juegos sagrados. Su origen ha despertado la curiosidad de historiadores y lingüistas, y aunque existen varias teorías, todas coinciden en que es mucho más que un término, es un símbolo de identidad y herencia ancestral.
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Ricardo Jarillo, explicó a BBC Mundo que esta palabra en realidad es una castellanización del vocablo crettaro de origen purépecha (pueblo indígena que dominaba el estado actual de Michoacán), cuya traducción es juego de pelota. Sin embargo, el especialista advirtió que este pasatiempo no se refiere al fútbol actual, sino al prehispánico.
¿De qué se trata este juego de pelota?
De acuerdo al experto, se trata de un entretenimiento con raíces mesoamericanas, de los pueblos que habitaron territorios que actualmente ocupan México, Guatemala, El Salvador, Belice y parte de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Se lo conoce también como ulama y consiste en dos equipos que deben golpear una pelota de hule utilizando las caderas, hasta que uno de ellos no consigue devolverla o la pelota sale del área de la cancha. Algunos comparan sus reglas con las del voleibol, aunque en el prehispánico no hay red.

¿Cuál es la similitud entre Querétaro y este juego?
La zona que ocupa la capital del estado del mismo nombre era una cancha natural de juego de pelota, por lo que la geografía del lugar es lo que habría dado origen al nombre, según explicó Jarillo.
Además, Querétaro siempre fue considerado un lugar estratégico. De acuerdo al sitio Arqueología Mexicana, antes de la conquista española, se decía que este lugar era solo una frontera donde vivían cazadores y recolectores, que eran aborígenes chichimecas. "Era la frontera de Mesoamérica y no se consideraba importante", aseguró el antropólogo Jesús Reyes Bustos.
No obstante, dijo: "Si tomamos en cuenta el descubrimiento en el siglo pasado de la pirámide de El Pueblito (a solo 7 kilómetros de Santiago de Querétaro), del tamaño de la Pirámide de la Luna de Teotihuacán, esto nos indica que hace 2.000 años Querétaro no era solo una frontera, sino un gran centro ceremonial".
Con la llegada de los españoles, la ciudad siguió siendo clave, pero no por sus recursos naturales sino por su ubicación, ya que era un punto de tránsito constante para el comercio.














