México. Es desgarrador ver como una vida llena de éxitos pasa a ser una dependiente de máquinas de soporte de vida; así fue la triste historia del hasta ahora mejor piloto de Fórmula Uno e n la historia, Michael Schumacher.
La desgracia nunca avisa y si bien es cierto que Michael arriesgo muchas veces la vida al pilotear un F-1, un accidente al esquiar durante las vacaciones de fin de año hace 6 años fue lo que le cambió drasticamente todo en la familia Schumacher.
El siete veces campeón se encontraba de vacaciones en la estación alpina de Méribel junto a su familia cuando se golpeó la cabeza contra una roca que le provocó un traumatismo craneoencefálico severo, con hematomas intracraneales y edema cerebral difuso siendo trasladado en helicóptero al hospital donde se le practicó una doble cirugía en la cabeza. La angustía e incertidumbre rondaba el mundo de la velocidad, nadie sabía con certeza las consecuencias de ese terrible accidente, lo único que se pudo conocer con el tiempo es que su vida estaba fuera de peligro, pero desafortunadamente el alemán tendría que estar conectado a máquinas de soporte de vida. Así transcurrieron los meses, por petición de la familia nadie habló de la recuperación de Michael, toda la información eran rumores, 254 días después del accidente por fin salió del hospital para continuar su recuperación en casa. Fuera de su familia cercana, son muy pocos quienes le han visitado en este tiempo, algunos del mundo del motor. Uno de ellos, Jean Todt (presidente de la FIA y ex jefe de Ferrari), dijo el año pasado que había visto con él una carrera de F1 por televisión y que “está en casa, en las mejores manos” y sometido a un tratamiento experimental con base en células madre.
Esta es la historia de Michael Schumacher, el ídolo alcanzado por la desgracia, que ha eludido la tragedia como el gran campeón que es.
Raúl Patiño Olivares
El Último Baile de Michael Jordan
