La aparente tregua tras la firma del alto al fuego fue efímera: apenas un día después, la violencia se reavivó en distintos puntos de la Franja de Gaza. Informes preliminares señalan que al menos seis gazatíes murieron por disparos atribuidos al ejército israelí, mientras que en otras zonas se reportan ejecuciones extrajudiciales cometidas por facciones de Hamas contra militantes considerados colaboradores o enemigos.

Las escenas de violencia —algunas difundidas en video— muestran una realidad compleja: el alto al fuego no ha logrado detener confrontaciones localizadas ni fricciones internas entre grupos armados en Palestina. Testimonios y corresponsales en la zona advierten que estos incidentes aumentan el temor a una escalada más amplia que podría derrumbar el frágil acuerdo alcanzado.

Ejecuciones y fracturas: el riesgo de conflicto interno entre facciones palestinas

A pocos kilómetros de los enfrentamientos con fuerzas israelíes, se han documentado actos de violencia interna donde miembros de grupos afines a Hamás ejecutan en las calles a presuntos colaboradores o a milicias rivales. Estas acciones reflejan un vacío de poder local y la progresiva radicalización de conflictos internos que complican cualquier intento de implementar y vigilar la paz.

La circulación de imágenes y videos —que los medios han incluido con cortes breves por respeto a las víctimas— ha alimentado la preocupación internacional sobre el respeto a los derechos humanos y la seguridad de civiles atrapados entre enfrentados armados y operaciones militares. Organizaciones humanitarias advierten que la recuperación de cadáveres y la atención a heridos se transforman en retos logísticos en una franja fuertemente devastada.

Presión internacional y el desafío político para Estados Unidos

En Washington, la firma del acuerdo coloca bajo presión a actores internacionales que respaldaron el plan de paz. En ese contexto, el expresidente y líder político Donald Trump fue cuestionado sobre cómo y cuándo Hamás entregará armamento, y reafirmó su postura de que, de no desarmarse voluntariamente, deberán ser desarmados por la fuerza. Sus declaraciones aumentan la tensión sobre la responsabilidad de actores externos en la estabilización del proceso.

Mientras tanto, las familias de los rehenes presionan por la entrega de cuerpos y por la liberación de personas aún retenidas; con ocho cuerpos ya entregados y alrededor de 20 pendientes, la paciencia social se agota y condiciona la continuidad del acuerdo a resultados concretos.

Gaza devastada y la sombra de una nueva escalada

Corresponsales en la zona describen una Gaza con infraestructuras severamente dañadas: hospitales, viviendas y vías de comunicación gravemente afectadas. La incapacidad para garantizar seguridad urbana y la persistencia de ejecuciones internas ponen en riesgo la estabilidad mínima necesaria para la ayuda humanitaria y la reconstrucción.

La firma del alto al fuego fue apenas el primer paso; las fisuras internas, la desconfianza entre las partes y la presión de familiares de rehenes crean un escenario donde la paz puede disolverse con rapidez. Analistas advierten que sin mecanismos de verificación robustos, protección de civiles y acuerdos claros sobre desarme, la tregua corre el peligro de convertirse en un breve respiro antes de una nueva ola de violencia.