La cantante Marcela Rubiales, hija del primer matrimonio de Flor Silvestre y tía de Ángela Aguilar, aclaró los supuestos nexos que sostenía con el narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo, también conocido como ‘Don Neto’ y uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, quien estuvo preso por 3 décadas en diversos penales del país y una más en arresto domiciliario por el secuestro y tortura de Enrique ‘Kiki’ Camarena, agente de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
Marcela Rubiales envía buenos deseos a Ángela Aguilar con Nodal
En una entrevista que recientemente concedió para un medio nacional, Rubiales rechazó que haya entablado una relación amorosa con quien fuera uno de los criminales más buscados y aún requerido por las autoridades estadounidenses. “Lo que me dicen de que andaba con ‘Don Neto’ no es cierto”, externó. En el libro Emma y las señoras del narco (Grijalbol, 2022) de la periodista Anabel Hernández se señala que un exintegrante del Cártel de Guadalajara, identificado como Jorge Godoy, aseguró que la cantante habría sido trasladada al hotel Aránzazu en donde se encontraba Fonseca Carrillo.
Godoy aseguró que “Marcela Rubiales le encantaba” al capo y, que posteriormente, la cantante le habría presentado a Zoyla Flor al líder criminal. Ante dichos señalamientos, la tía de Ángela Aguilar externó: “En esa época había un lugar en Guadalajara donde yo iba a trabajar, El mesón del mariachi. Hacía temporadas largas. Vivíamos en el hotel Aránzazu, donde llegaban todos ellos”.
La vida criminal de Don Neto
‘Don Neto’ fue uno de los tres principales cabecillas del extinto Cártel de Guadalajara, junto a Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero, conocidos como ‘El Jefe de Jefes’ y ‘El Narco de Narcos’, respectivamente. Desde la década de 1970, su actividad delictiva se centró en el contrabando de drogas desde Ecuador, para luego enfocar sus operaciones en México, controlando el tráfico de marihuana y amapola en la región conocida como el Triángulo Dorado.
El secuestro y tortura de Kiki Camarena ocurrió en represalia por su papel en la destrucción de plantíos de marihuana en el norte del país. Actualmente, las agencias de seguridad estadounidenses mantienen activa su ficha de búsqueda, mientras que, en México, cumplió con su sentencia el pasado 5 de abril.