El doctor Manuel Perló, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, recuerda que cuando ocurrió el terremoto del 19 de septiembre de 1985 él estudiaba su doctorado en Planeación Urbano-Regional en la Universidad de Berkeley, en California, Estados Unidos. Pasaron 48 horas de incertidumbre antes de confirmar que su familia estaba a salvo.
Cuando un mes después regresó a México, fue testigo del papel decisivo que la población jugó frente al desastre.
“Lo que me quedó claro es que el gobierno había sido rebasado totalmente los primeros días y no pudo tener una reacción inmediata, esto obligó a acciones erráticas, como decir ‘México no necesita ayuda internacional’, lo que luego se demostró equivocado (...) al principio era una desorganización total y esto lo reconocen los propios funcionarios de la época”, relató en entrevista con Fuerza Informativa Azteca (FIA).
Ante la falta de coordinación gubernamental, emergió la solidaridad ciudadana. Organizaciones sociales, la Iglesia Católica, la Cruz Roja y miles de voluntarios se movilizaron para rescatar víctimas, repartir víveres y brindar refugio.
¿Nació la sociedad civil en México en 1985?
El escritor Carlos Monsiváis señaló en su libro No sin nosotros: Los días del terremoto 1985-2005 que la expresión “sociedad civil” apenas comenzaba a tomar forma antes del sismo. 10 años después, en el texto El terremoto de 1985. Reminiscencias, lecciones y consecuencias, describió el fenómeno como “la redefinición en la práctica de un término hasta entonces no muy tomado en cuenta”.
Para la doctora Eugenia Allier, el terremoto de 1985 no fue el nacimiento de la sociedad civil, sino la consolidación de un proceso iniciado a finales de los años 60 con el movimiento estudiantil de 1968 y diversos movimientos sociales que se fortalecieron durante los 70 y principios de los 80.
Sociedad civil antes y después del 85
Antes del sismo, la participación ciudadana estaba ligada principalmente a partidos políticos y organizaciones sindicales. Tras el desastre, miles de personas sin experiencia política decidieron actuar: rescataron sobrevivientes, organizaron centros de acopio y apoyaron a los damnificados, evidenciando la inoperancia inicial del gobierno y su negativa a recibir ayuda internacional.
“Jóvenes, adultos, de pronto, deciden que aunque no tengan una participación política previa, deben salir a las calles para ayudar a sus semejantes”, explicó la doctora Allier en entrevista con FIA.
1985 y 2017: similitudes y diferencias
La reacción ante el terremoto de 2017 estuvo marcada por la experiencia de 1985. De acuerdo con Allier Montaño, la movilización social fue “mucho más amplia, espontánea y mejor organizada”, apoyada por redes sociales y medios de comunicación que facilitaron la coordinación.
No obstante, la académica advierte que la verdadera lección es la prevención: “Las consecuencias de los sismos no son de la naturaleza, son de los seres humanos que nos preparamos o no”.