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El Vaticano reveló el testamento espiritual de Benedicto XVI: “Recen por mí"

Luego de la muerte del Papa Benedicto XVI, El Vaticano compartió las líneas que dejó y en las que pidió que recen para que sea recibido en la “morada eterna”.

El Vaticano reveló el testamento espiritual de Benedicto XVI: “Recen por mí"
El Vaticano reveló el testamento espiritual de Benedicto XVI: “Recen por mí"|Stefano Rellandini/REUTERS
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Luego del sensible fallecimiento del Papa Emérito Benedicto XVI, El Vaticano compartió el testamento espiritual que dejó escrito el sucesor de Juan Pablo II en el 2005, quien representó a la Iglesia Católica Romana durante ocho años y que sorprendió en el 2013 tras renunciar a su cargo.

Durante la mañana de este sábado 31 de diciembre, a través del sitio de comunicación oficial de la Ciudad del Vaticano, se confirmó su partida y horas depués publicaron el texto que dejó redactado desde el 29 de agosto de 2006, poco tiempo después de que fuera designado como Papa Benedicto XVI, en el que resaltó su plegaria: “Recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna”.

Entre las frases que marcaron el texto del cardenal, agradeció a su pueblo por ayudarlo a experimentar “la belleza de la fe”, por lo que rezaría para que su tierra, Alemania, se mantuviera como como una donde predominara la fe.

De igual forma, Joseph Ratzinger, nombre con el que vivió hasta antes de convertirse en sumo pontífice, dio gracias a Dios por “toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria”.

He visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal, la generación existencialista, la generación marxista (...)

De esta forma Benedicto XVI confirmó que “el camino a seguir es el de Cristo”, por lo que sentenció su testamento espiritual como un pedido a mantener la fe ante la adversidad y para encomendar a su familia, amigos y compañía a Dios, así como a su bondad.

El Papa Emérito Benedicto XVI dejó su testamento espiritual escrito desde 2006
El Papa Emérito Benedicto XVI dejó su testamento espiritual escrito desde 2006|Reuters

Este testamento lo rubricó como Benedicto PP XVI, en el que “PP” funge como acrónimo del latín Petri Apóstoli Potestatem Accipiens: “el que sucede al apóstol Pedro”, y sellado 16 años antes de su partida, este 31 de diciembre de 2022, dentro del Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.

El testamento espiritual completo del Papa Emérito Benedicto XVI:

Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he vivido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin su constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta.

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día.

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