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40 años después: la ciencia que nació tras el sismo de 1985

El sismo de 1985 marcó a la CDMX para siempre y dio origen a una revolución científica y tecnológica en el monitoreo sísmico nacional.

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La tecnología que nació después del sismo de 1985|SSN
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El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, un sismo de magnitud 8.1 sacudió a la Ciudad de México durante un minuto y medio. El país entero quedó marcado por las escenas de destrucción: edificios colapsados, miles de muertos y un dolor colectivo que hasta hoy permanece en la memoria de los capitalinos.

Las cifras oficiales nunca fueron claras. Mientras el gobierno reconoció entre 6 y 7 mil fallecidos, la CEPAL estimó 26 mil, y las organizaciones de damnificados hablaron de 35 mil víctimas mortales. Además, se contabilizaron 30 mil heridos y 150 mil damnificados.

El terremoto también dejó 371 edificios derrumbados, entre ellos íconos de la ciudad como el Hotel Regis, el Centro Médico, el Hospital Juárez, el edificio Nuevo León en Tlatelolco y las oficinas de varias dependencias federales. En cuanto a viviendas, se reportaron 30 mil destruidas y más de 60 mil con daños severos, especialmente en colonias populares como Morelos, Tepito, La Lagunilla, Guerrero y Valle Gómez.

El impacto no solo fue urbano y humano, también marcó el inicio de una nueva era en la ciencia sísmica mexicana.

El Servicio Sismológico cambió para siempre después del 85

Para el doctor Arturo Iglesias Mendoza, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSN), el sismo del 85 fue un parteaguas: “En 1985, el Sismológico Nacional era muy diferente. El número de estaciones en tiempo real era muy pequeño, teníamos pocos datos y la localización de los sismos era más complicada. La situación actual no puede explicarse sin ese terremoto”.

Hoy, el SSN opera con 150 estaciones en tiempo real, capaces de registrar sismos en cuestión de segundos desde Guerrero, Acapulco, Ensenada, Mérida o La Paz. El análisis de datos es mucho más rápido y preciso.

Además, se trabaja en un proyecto de expansión de la red sísmica de banda ancha, financiado por la Coordinación Nacional de Protección Civil, y en un centro alterno de monitoreo en Pachuca, Hidalgo, que garantizará la continuidad del servicio en caso de emergencia.

El testimonio de un joven sismólogo en 1985

Víctor Hugo Espíndola Castro, actual responsable del área de análisis y monitoreo del SSN, recuerda cómo vivió aquella mañana siendo apenas un veinteañero: “En ese tiempo los registros eran en papel. Cuando llegué minutos después del sismo, el jefe del Sismológico ya había localizado preliminarmente el epicentro en Michoacán. Yo ayudé a leer sismogramas para precisar magnitud y ubicación”.

Hoy la realidad es otra. “Son 40 años de evolución. Ahora los datos son digitales, se analizan en computadora. todo el análisis que se hace son digitales, que se hacen en computadora, entonces la precisión del análisis, lo que se puede saber más de la fuente sísmica y de cómo lo percibimos aquí es más profundo.” señaló el doctor Espíndola Castro.

El SSN recibe información de más de 280 estaciones en todo el país, gracias a convenios con universidades y Protección Civil. Sin embargo, Espíndola advierte que aún hay regiones, principalmente en el norte y noreste, donde la instrumentación es insuficiente.

Cooperación internacional y avances en el estudio de sismos

México ha logrado reconocimiento internacional por la calidad de sus datos sísmicos. Iglesias Mendoza destaca: “Nuestros registros son considerados de muy buena calidad y mantenemos colaboración con Estados Unidos, Japón, Francia y Centroamérica”.

Uno de los proyectos más relevantes fue el Satreps, desarrollado junto con Japón, que permitió conocer mejor la tectónica mexicana. Actualmente, sigue activa una segunda fase de cooperación para reforzar la instrumentación de la llamada brecha de Guerrero, una zona clave para entender los grandes sismos en el Pacífico mexicano.

Un legado que salvó vidas en los sismos posteriores al 85

El sismo de 1985 dejó dolor y pérdidas irreparables, pero también impulsó la creación de instituciones y sistemas que han salvado vidas en las últimas décadas. Ejemplo de ello es el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), pionero en el mundo, que hoy emite alertas tempranas con segundos de anticipación.

La ciencia, la tecnología y la memoria social se unieron para transformar la tragedia en aprendizaje. Cuatro décadas después, el mensaje sigue siendo claro: recordar para estar preparados.

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