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“Para mí era el fin del mundo": Gina sobrevivió al colapso del edificio Nuevo León en el sismo de 1985

Gina vivía en el sexto piso del edificio Nuevo León, en Tlatelolco, cuando ocurrió el sismo de 1985. Hoy, 40 años después, revive el día que casi muere.

Edificio Nuevo León en Tlatelolco tras el terremoto de septiembre de 1985.
Gina vivía en el sexto piso del edificio Nuevo León que colapsó con el sismo de 1985.|Iván Ramírez y UNAM Global
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Estaba lista para irse a trabajar a la Secretaría de Comunicaciones, nada más faltaba tomar su saco y su bolsa de mano cuando todo el edificio Nuevo León en Tlatelolco comenzó a moverse. “Vente para acá porque está fuerte el sismo”, le dijo su esposo a Gina, quien sobrevivió al terremoto del 19 de septiembre de 1985.

Cuarenta años después del terremoto que se registró a las 07:19 horas, Georgina G. Álvarez da gracias a Dios por estar con vida, aunque ese día, durante los primeros segundos, pensó que el sismo “era una cosita de nada”.

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Vecina en Tlatelolco sintió que estaba en un tobogán

Al sentir el movimiento tan fuerte del sismo, su esposo José de Jesús la tomó, junto con su hija Jessica, de seis años, y su hijo Alejandro, de ocho. Los llevó a la cocina y cerca de un muro, los cuatro se agarraron fuerte, quedando en una esquina y al centro del edificio se hizo un agujero enorme y profundo, que se creó por el colapso.

Sentí como un tobogán que voy bajando fuertísimo. Yo vivía en el sexto piso del (edificio) Nuevo León. Vivía en el sexto piso y yo sentía como estaba aplastando a los demás y cómo me estaban aplastando a mí también (…) yo dije aquí quedé, el fin del mundo, para mí era el fin del mundo”, relató en entrevista con Fuerza Informativa Azteca (FIA).

Un eclipse llegó. La mañana del 19 de septiembre de 1985 el departamento donde ella vivía se nubló todo por la obscuridad y el polvo de los escombros. Gina, con 35 años de edad cuando todo ocurrió, pensó que era el fin del mundo.

Su esposo, de 27 años de edad, le preguntó cómo estaba, pero ella no podía hablar ante la magnitud de lo que había pasado, pues su casa, quedó destruida, pero gracias a que una puerta se dobló, lograron para salir de los escombros de su casa donde vivió ocho años.

“Tú veías para abajo y veías hoyo así y el cuadro es donde estuvimos nosotros. Luego ya nada más nos paramos hacia la puerta que quedó y nos paramos ahí en la puerta todos. Ya después nos fuimos a unas escaleras y ahí nos quedamos porque no había nada, todo era hoyo”.

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Los otros habitantes del Nuevo León en Tlatelolco

Tras lograr esquivar los restos de lo que era su casa, algunos vecinos le pidieron ayuda. Uno de ellos, que vivía enfrente, les pidió de favor que lo ayudaran con su familia, “porque tenían el refrigerador encima”.

Otro señor que logró salir fue por ayuda para que Gina y su familia fueran rescatados, pues la zona en que se encontraban era complicado moverse ante el hoyo que había y lo sensible que estaba el edificio.

Cerca de media hora después, personas, actualmente conocidas como hombres topo, llegaron a salvarlos. Al salir ella se encontró un vecino “que estaba lleno de sangre”, quien la abrazó y le dijo que él estaba colgado en la ventana.

Las horas después del sismo y el derrumbe en Tlatelolco

Gina y su familia fue llevada al DIF para que pudieran asearse tras quedar cubiertos de polvo y tierra. De ahí, una persona que iba de paso, les dio un aventón a Centro Médico para luego llegar a casa con su mamá.

“Un señor de un estacionamiento nos dice, '¿qué les pasó?’, pues ya le explicamos que nos pasó, nos regaló un pan y un vaso de leche. Yo no quería nada, pero comí un pedazo de pan por el susto que habíamos sufrido. Llegamos hasta Coruña, donde vivía mi mamá. Abre mi mamá y se suelta a llorar.

“Dijo ‘pensé que te habías muerto porque oí las noticias que se había caído el Nuevo León y entonces me dijo tu hermana que probablemente ya habías muerto. Porque vio el edificio y ya había quedado aplastado. Le respondí ‘pues gracias a Dios, salimos, mamá'. Lloraron mis hermanas, lloraron todos”, recuerda.

Tratando de recuperar lo perdido por el sismo del 85

Tras cambiarse de ropa, regresó a su casa en el edificio Nuevo León con la esperanza de rescatar sus cosas, pero no los militares no la dejaron y la rapiña se le adelantó, pues algunas personas robaron sus pertenencias.

Encontré un anillo, lo vi así, lo iba a agarrar y un militar me dijo, ‘No, señora’, le dije, ‘es mi anillo’ y él respondió ‘no, usted lo tiene que ir a reclamar allá al Ejército, ahí vamos a llevar todo’. ¿Crees que había algo? Todos se robaron. Todo. No encontré nada”.

Volvieron a empezar su vida, pero ya no quisieron seguir en el entonces Distrito Federal y se fueron a Morelia por un año, aunque no fue fácil. Posteriormente, entró a la compañía Válvulas Automáticas de México, donde estuvo durante 21 años, se jubiló, hizo su vida y se volvió a casar.

Trabajé 21 años en la Secretaría de Comunicaciones. Me quedé eh a vivir en Morelia como por un año. No encontraba trabajo mi esposo, pero yo sí tenía trabajo. Volví a pedir mi cambio a Guadalajara porque él dijo que en Guadalajara íbamos a estar bien. Ya no estuvimos bien. Yo me separé de él y me fui a vivir un mes a Chihuahua, donde tengo a mis hermanos.

No pudieron ellos ayudarme a levantar y entonces mi mamá me dijo, ‘vente para otra vez para México, ni modo, mijita. Yo soy la que te voy a ayudar’. Me vine para acá y viví con mis hijos. Ya había dejado la Secretaría de Comunicaciones”.

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Esposo de Gina fue declarado muerto, pero él estaba vivo

La falta de una alerta sísmica fue parte de la ausencia de un protocolo de las autoridades en 1985, cuando aquel sismo se llevó miles de vidas, pero entre la confusión y el caos, recuerda Gina, su esposo fue declarado muerto, aunque él seguía con vida.

Cuando terminó todo, y vinieron los señores a sacarnos, y regresamos, mi esposo estaba en la lista de los muertos (…) lo que sí, es que se sentía muy mal de un brazo y fue al hospital, estuvo enyesado, porque sí se había dislocado”.

Ahora, dice, no piensa volver al lugar donde casi muere, pero que recuerda con cariño porque ahí vivió casi ocho años, aunque cada vez que revive esta parte de su vida, siente tristeza, pues aquella mañana volvió a nacer.

Pensé ‘aquí se terminó mi vida. No pensé en Dios, no pensé ni en mi mamá, ni en nadie. Fue algo rapidísimo (…) si tiembla, si vuelve a temblar, siento horrible, pero ya lo superé", expresó.

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