Las recientes inundaciones y desastres a causa de las lluvias en distintos estados del país, siendo los más afectados Veracruz, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí, han puesto en la mesa uno de los temas más relevantes en este tipo de desastres: la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que durante años fue la principal herramienta financiera de México para enfrentar las catástrofes naturales.
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¿Qué pasó con el Fonden y por qué lo desaparecieron?
El Fonden fue creado a finales de los años 90 como un mecanismo presupuestario que apoyara de manera inmediata y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal afectada por desastres naturales.
Cuando ocurría un desastre, se emitía una declaratoria de emergencia y, tras un censo de daños, el Fonden cubría los costos de reconstrucción de infraestructura, o participaba con un porcentaje significativo. El fondo se componía de una reserva para la reconstrucción y un Fondo para la Atención de Emergencias, que proporcionaba ayuda inmediata como víveres.
¿Por qué AMLO eliminó el Fonden?
El Gobierno Federal, encabezado por el expresidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) argumentó que el Fonden era una herramienta ineficiente y plagada de corrupción, por lo que su mecanismo de fideicomiso debía ser eliminado para centralizar el control de los recursos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que el Fonden era una “bolsa de dinero donde imperaba la corrupción” y acusó a exfuncionarios de realizar compras sin licitar a precios elevadísimos y de tener “proveedores selectos, preferidos” para la adquisición de víveres y enseres, lo que significaba que “muchas veces no llegaban los apoyos” a la población afectada.
En 2020, el Congreso de la Unión aprobó la extinción de 109 fideicomisos, entre ellos, el fideicomiso del Fonden, sin antes investigar y deslindar responsabilidades por los supuestos actos de corrupción. La consecuencia directa fue el desmantelamiento de un mecanismo financiero que ofrecía ventajas como que el Fonden permitía el desembolso oportuno de fondos para atender la emergencia.
Al desaparecer el fideicomiso, los recursos ya no se gestionan a través de una “caja” separada y autónoma, sino que se integran en la Tesorería de la Federación, pasando a ser manejados como un programa presupuestario. Aunque el Gobierno asegura que el dinero sigue disponible, esta centralización afecta la inmediatez y la capacidad para financiar rápidamente grandes desastres sin recurrir a reasignaciones de último momento.